Alejandro I (1801-1825), el vencedor de Napoleón, inició su reinado con reformas liberalizadoras de las leyes y de la administración, como fueron la creación de un consejo de Estado y de un Parlamento (Duma), pero tras las guerras napoleónicas se inclinó por una política ultraconservadora, manteniendo como único avance liberal la autonomía del reino de Polonia y su Carta constitucional, aunque la Dieta polaca (Parlamento) fue reunida muy pocas veces.
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